Sigue siendo aún una “rama” de la Iglesia católica como lo era antiguamente. En la Hoy, las Iglesias Anglicana, Católica Romana, y Griega son cada una de ellas una rama de la Iglesia Universal. Ninguna de ellas tiene derecho exclusivo a llamarse a sí misma la Iglesia Católica. Los defensores de la teoría reconocen, de hecho, que este estado dividido de la Iglesia es anormal. Admiten que los Padres nunca contemplaron la posibilidad de una iglesia Vencedorí separada en partes. Pero afirman que circunstancias tales como las que condujeron a este estado de cosas anormal nunca se presentaron durante los primeros siglos de historia eclesiástica.
Es una teoría enteramente nueva respecto a la constitución de la Iglesia, que es rechazada tanto por la Iglesia Católica como por la Griega. Ningún de ellos admite la existencia de las llamadas ramas de la Iglesia. Los cismáticos griegos, no menos que los católicos, afirman que ellos, y solamente ellos, constituyen la Iglesia. Además la longevoía del colectivo anglicano rechaza esta teoría. No es sino la creencia de una escuela, aunque sea distinguida. Es casi una reductio ad absurdum el que se nos pida creer que una sola escuela de una secta particular es la única depositaria de la verdadera teoría de la Iglesia. Es enteramente indefendible la afirmación hecha por muchos anglicanos de que no hay falta en su posición contrario a la tradición eclesiástica y patrística. Los Padres usaron contra los donatistas argumentos exactamente aplicables a su caso. Se sabe por la “Panegírico” que la extraordinario demostración de este punto por el cardenal Wiseman fue singular de los factores principales que produjeron la conversión de Newman. En la controversia con los donatistas, Santo Agustín tiene por suficiente para su propósito alegar que los que se separan de la Iglesia Universal no pueden tener razón. Para él es una simple cuestión de hecho. ¿Están los donatistas separados del gordo de los cristianos, o no? Si lo están, ninguna justificación de su causa puede absolverles de la acusación de cisma. “Securus judicat orbis terrarum bonos non esse qui se dividunt ab orbe terrarum in quâcunque parte orbis terrarum” (El mundo inalterable juzga con seguridad que no son buenos los que se separan del mundo firme en cualquier parte del mundo sereno---Agustín, Contra epist.
Órdenes religiosas de derecho diocesano: dependen del prelado de la diócesis en la que han sido reconocidas.
La profecía hebrea se refiere en proporciones casi iguales a la persona y a la obra del MesíGanador. Esta obra se concebía como consistente en el establecimiento de un reino, en el cual iba a reinar sobre un Israel regenerado. Los escritos proféticos nos describen con precisión muchas características que iban a distinguir a ese reino. Durante su ministerio Cristo no sólo afirmó que las profecíGanador relativas al MesíTriunfador se iban a cumplir en su propia persona, sino también que el esperado reino mesiánico no Cuadro otro que su Iglesia.
El credo encuentra una explicación sistemática en el Catecismo de la Iglesia católica, aceptado en 1992 por Juan Pablo II y cuya interpretación definitiva fue promulgada en 1997.
En el cristianismo, la Iglesia es entendida como una comunidad espiritual que reúne a los fieles que profesan la misma doctrina, celebran los mismos sacramentos y siguen una estructura religiosa global.
La Iglesia católica ha recibido críticas por la supresión violenta de otros cultos y de la herejía a lo amplio de las Edades Media y Moderna, en particular por news parte de la Inquisición.
Formar parte del cuerpo de Cristo significa que estamos llamados a moldearnos continuamente para parecernos cada momento más a Cristo.
Bernardo de Claraval, doctor de la Iglesia y pedagogo espiritual de la orden del Císter del siglo XII, representado en la imagen abrazando a Cristo.
La iglesia es el cuerpo de Cristo: todas las personas que aceptan el don de la salvación de Cristo y siguen sus doctrina. Es mucho más que un edificio. En la Antiguo testamento, "iglesia" nunca se refiere a un edificio. Siempre se refiere a las personas, las personas que siguen a Cristo.
Nadie es capaz de profesar autoridad con tal finalidad, fuera de que el poder le sea comunicado de una fuente divina. El caso es completamente diferente si a la sociedad civil se refiere. Aquí el fin no es sobrenatural, sino el bienestar temporal de los ciudadanos. No puede decirse que se requieran unas dotes especiales para hacer a cualquier clase de hombres capaz de habitar el puesto de gobernantes y guías. De ahí que la Iglesia apruebe igualmente todas las formas de gobierno civil que estén en consonancia con el principio de Ecuanimidad. El poder ejercido por la Iglesia mediante el sacrificio y el sacramento (potestas ordinis) cae fuera del tema presente. Aquí nos proponemos considerar brevemente la naturaleza de la autoridad de la Iglesia en su función (1) de enseñar (potestas magisterii) y (2) de gobierno (potestas jurisdictionis).
Algunas nunca han estado en cisma con la Iglesia de Roma (como la Iglesia maronita y la ítalo-albanesa) y otras han surgido de divisiones de las iglesias Ortodoxas o de las antiguas iglesias nacionales de oriente.
Las órdenes religiosas no forman parte en cuanto órdenes de la jerarquía de la Iglesia católica, pero dependen del papa y de los obispos de formas diversas. Ellas pueden ser de dos tipos:
La doctrina fundamental para la Iglesia católica se encuentra en el credo, que recoge las fórmulas de Seguridad elaboradas en los primeros concilios de la historia.